Mondoñedo

Beatriz se mudó a Mondoñedo hace siete años. Tiene dos hijas de la misma edad que las niñas de mis ojos y un marido, Paul, que bien podríamos apodar como el holandés errante: arquitecto especialista en recuperar edificios con solera, emigró con su familia desde los Países Bajos al Pirineo oscense para acabar en la Mariña lucense. De vacaciones por Galicia, ambos se prendaron de Mondoñedo y, con muy buen ojo, supieron apreciar las múltiples posibilidades de las numerosas casonas en venta. Una de ellas alberga hoy el hogar familiar y La Esmaltería, la tiendecilla donde Beatriz expone los preciosos objetos-joya que ha ido recolectando con su particular y divino gusto, desde las vajillas que dan nombre a su establecimiento, hasta piezas de bisutería únicas, con piedras semipreciosas engarzadas en trenzados de hilo. Qué agradable bienvenida nos dan Beatriz y su reconfortante conversación a su ciudad de adopción.

CasitaLa histórica población se asienta en el corazón del valle de su nombre. Rodeada de verdes colinas y refrescantes paisajes, las callejuelas de Mondoñedo están flanqueadas por encantadores edificios -algunos restaurados, los más desvencijados- que preservan el recuerdo de un pasado mejor: desde 1156 hasta 1833, año en que administrativamente fue absorbida por Lugo, fue la capital de una de las siete antiguas provincias del reino de Galicia.Rosetón

Cada jueves, también este 15 de agosto superfestivo, Mondoñedo alberga un mercado semanal que se extiende por su coqueta plaza Mayor. Uno de sus flancos está jalonado por un añejo soportal, quizás para echar la mañana o la tarde en la terraza de alguno de los bares que alberga mientras se contempla la imponente catedral basílica de la Virgen de la Asunción. Consagrada en 1246, también presenta elementos góticos, como el rosetón de cinco metros de diámetro que preside ciclópeamente la fachada, o barrocos, como las primorosas torres. La denominan “la arrodillada” por su poca altura, supongo que por comparación con otros templos, lo que vendría a ser confrontar a Juan Antonio Corbalán con Fernando Romay –sorry, me quedé en el baloncesto de mi adolescencia-. Sus tres gigantescas campanas cuentan con nombre propio, A Prima, A Ronda y Paula. Esta última, de 2500 kg de peso, ha dado nombre a todo el perímetro de Mondoñedo: se conoce como tierras de Paula hasta donde puede oírse su repicar, del que es responsable uno de los pocos campaneros que permanecen en activo -por cierto, al parecer existe otro tañedor de campanas en Rinlo, la ciudad donde nos hospedamos-.

Fonte VellaA dos pasos de la plaza Mayor, la Fonte Vella, edificada en el siglo XVI, marca el inicio de la ruta da auga, que conduce al Salto do Coro, la popular cascada del río Valiñadares, en una caminata de una hora y media que trepa por la montaña durante 3.800 metros. Como debemos acompañar a Ángela al aeropuerto de A Coruña para que regrese a Barcelona y disponemos de un tiempo limitado, desestimamos la tentadora excursión.

Mientras curioseamos por las calles de Mondoñedo, se dirige a nosotros un abuelito entrañable, de cabello cano, porte desgarbado y sonrojadas mejillas, que viste su traje de los domingos. Nos pregunta qué tal estamos pasando el día y nos desea una agradable jornada. Qué hombrecillo tan adorable.

MuiñosProseguimos nuestro periplo por el barrio de Os Muiñosque recibe su nombre de los molinos que utilizaban los lugareños para aprovechar la energía motriz del río Valiñadares. Los molinos de ayer hoy son deliciosas casitas y talleres de artesanos a cuyos pies discurren canales de agua que le dan un aire muy fresco al conjunto. Oficios tradicionales como el de cantero, el de titiritero, el de herrero o el de alfarero tienen también su espacio de trabajo y exposición en este rincón de Mondoñedo.

PontePasatempoSalvando las afanosas aguas del río Valiñadares, el Ponte do Pasatempo recuerda un suceso de intrigas eclesiásticas: aunque en la Edad Media era conocido como Ponte dos Ruzos, pasó a llamarse así porque, siguiendo la órdenes de Fadrique de Guzmán, obispo de Mondoñedo, unos canónigos entretuvieron a Doña Isabel de Castro para que el indulto real que había logrado por mediación de su propia prima, Isabel de Castilla, no llegara a tiempo para salvar a su esposo, el mariscal Pero Pardo de Cela, quien finalmente fue ejecutado públicamente junto con su hijo y Pero de Miranda. En este caso, al contrario de lo que asevera la expresión, la sangre sí que llegó al río.

TortillaCon tanta caminata hay hambre y a los cuatro nos apetece almorzar tortilla de patata. Llevada por la gula, en la taberna O Rincon de Mondoñedo insisto en pedir la más grande de su carta, la de doce huevos. Ojipláticos nos quedamos cuando nos la sirven, es el monstruo de las tortillas. Nota de cata: muy muy rica -para mi gusto, demasiado cuajada-, aunque no tanto como la de Casa Dani del Mercado de la Paz de Madrid. Y, por descontado, no admite comparación con la de mi amiga Laura, Lady Omelette. Como no podemos terminárnosla, nos preparan lo que queda de ella para llevar.

Además de los restos de nuestra sensacional tortilla de patatas, nos llevamos el recuerdo de esta hermosa ciudad.

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